Tuve otro sueño extraño
en donde nos encontrábamos. Disculpame, estaba buscando algo que se me había
perdido hace tiempo y me di cuenta de que me disculpo demasiado. Perdón por
eso. Fingí que había otros y me engañé; existía únicamente yo, y los demás en
mi mente. Incoherencias para quien pueda entenderlo, yo sólo desvarío porque no
soy intelectual. No soy intelectual, repito después de mí. Mi profundidad está
en otras cosas. Te estaba diciendo de eso que busco y no encuentro, me pareció
escucharte decir que siempre es mejor llevarse una almohada y enseguida pensé
en el sueño terco que no me abandona, en la sensación de estar lejos de la
realidad. Debería escribir esto con violeta y negro, así solo vos lo
entenderías cuando lo encontraras, dentro de cien años, por gracia de azarosos
acontecimientos.
Nunca hubo otros, decía,
y ahora de repente aparecés vos, en la pesada bruma de la cotidianeidad, en un
mundo cada vez más cerrado, a punto de colapsar. No
sabe qué pasa después de eso. De repente, de golpe,
sos real. Tenés peso. Tenés un peso ultrajante que abarca y conmueve. Todo deja
de ser monocromático para pasar a ser colorido y sólido. ¿En qué momento cambió
todo? ¿Es para siempre? El escritorio lleno de golosinas me pone tan nervioso
como este texto mediocre. Yo te vi primero, en la bruma. Vos todavía no me
viste pero intuyo que cuando lo hagas te pareceré insignificante, con todo y mi
silencioso sufrimiento.
1 comentario:
"Menta"? Estás hablando del faso.
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