domingo, 1 de noviembre de 2015

Ensayo en las nubes

  Me elevé entre los árboles y los edificios de Caballito, sintiendo el viento acariciarme las alas con menos turbulencia que frescura. Al principio costó enderezar el vuelo, pero disfruté mucho el fugaz aprendizaje; y una vez logrado me desplacé con paciente felicidad hacia plazas y parques. La luz del sol me pegaba en el pico y las plumas brillaban con ganas. Yo sabía que era hermoso. Mi pecho tierno y vigoroso bermejo a la luz contrastaba con el firmamento, que mis ojos de ave entendían interminable, vasto, como sólo la miseria entienden los humanos.

  Poco importaba el suelo lejano. Sólo priorizaba aquel cielo, el sol, y el verde feliz por momentos abundante y siempre bienvenido. Es un poco difícil de imaginar para quien no lo experimentó; sentía el cuerpo liviano, los huesos huecos, y extendida esa liviandad al resto de mi existencia. Andaba sin equipaje, sin bolsillos ni números. Era muy feliz. Aterricé un par de veces en ramas del parque Centenario, con canto efímero y agraciado, mientras absorbía la frescura del follaje y observaba a los humanos inmersos en una existencia trágica, tan turbulenta y amargada por la consciencia de su propia finitud. No sabían que el momento era eterno; no sabían que la muerte no existía.

  Fluía libre del peso sofocante de las ideas y el desesperante orden que ellos habían elaborado. No tenía nombre ni documento; mi edad no importaba, mi sexo tampoco. Las otras aves, algunos perros y un bebé también, me miraron con cariñosa complicidad, compartiéndome un amor eufórico. En retribución canté tan fuerte como mis pequeños pulmones lo permitieron. Eventualmente me acerqué a una chica alegre, de labios muy rojos y pelo castaño, que sentada sobre el pasto leía un libro para mis ojos indescifrable. Lo que intenté decirle creo que fue indescifrable para ella. Siguió sonriendo sin sospechar mi mensaje, presa de un mundo caótico y cruel, con un cuerpo pesado que no podía volar… pero podía reír y leer cosas maravillosas.


  Después desperté temprano, porque tenía que ir a trabajar.

1 comentario:

Vik- dijo...

Me hizo reír este. Jajajaj Pobre pájaro. Ya quería que fuera real yo.